MARLA Roscioli
A los 34 años, decidí dejar atrás mi carrera en marketing, renunciando a la seguridad de un trabajo estable para seguir el llamado de mi corazón. Cambié tacones y ropa ejecutiva por crocs y un delantal, adentrándome en el mundo de la cocina, no por dinero, sino por pasión.
A pesar de la crisis económica en mi país y las dudas que mi familia y colegas expresaron sobre mi decisión, me aferré a la idea de que ser fiel a uno mismo es el verdadero camino a la felicidad. Aunque enfrenté la adversidad y la presión, mi autoestima, antes quebrantada por superiores que subesti- maban mi talento, comenzó a sanar a medida que mi negocio florecía, llegando a atender embajadas y aparecer en televisión.
De esa oscuridad nació nuestro negocio: el Food Truck Perros To Go. Aunque la ansiedad y la frustración me acompañaron, también lo hicieron la determinación y el aprendizaje.
Aprendí a perdonarme, a valorar mi talento y, sobre todo, a disfrutar del proceso. Hoy, dirijo mi propio negocio de food trucks, doy clases de cocina y pastelería, miro hacia el futuro con la visión de expandir mi proyecto. Mi historia es una prueba de que, con fe, amor y determinación, cualquier sueño es alcanzable, y cada desafío es solo una oportunidad para crecer y brillar.
